La diplomacia cultural o la exportación de cultura es una de las armas blandas más importantes para cambiar la percepción de un país. Esto lo afirma Joseph Nye, el referente académico enfocado en como los países utilizan su poder blando para mejorar sus relaciones con otros países. Al igual que las exportaciones tangibles, los productos culturales que un país exporta están sujetos a la demanda del mercado y, por tanto, tienen que ser bien percibidos en el país receptor para que funcionen efectivamente como un arma de poder blando. Aquí que yace una ventaja para Latinoamérica: la diversidad de la región y una lengua común que une, el español.

Para una región con recursos naturales, pero industrias con dificultades en su desarrollo en comparación con las de otros países, la diplomacia cultural es uno de los rubros donde Latinoamérica tiene una ventaja comparativa. A pesar de que Estados Unidos de América tiene exportaciones culturales enormes, estas están usualmente acompañadas por exportaciones militares e intervenciones políticas. Como consecuencia, estas exportaciones son recibidas con escepticismo en regiones lejanas.

Desde las aventuras en motocicleta del Che, la lucha de los países contra el narcotráfico o el dolor que sienten los emigrantes al ver que su país no logra avanzar, o la lucha social permanente para el empoderamiento de las mujeres, la oferta cultural de Latinoamérica, y de su realidad política estructural y multilateral más amplia, Iberoamérica, es tan diversa que, sin importar adonde llegue, siempre habrá un mercado que la consumirá. Esta diversidad en la historia de Latinoamérica es uno de los mayores encantos de la región: aunque todos los pueblos que la conforman proceden del mismo lugar, la colonización española, desde allí han transitado por caminos diferentes, creando una diversidad cultural e histórica que se refleja en expresiones artísticas tan múltiples como diversas.

Si bien escritores como Gabriel García Márquez lograron encapsular con su pluma el realismo mágico de la región, ahora con el boom de los servicios de telecomunicaciones es más fácil difundir y distribuir la cultura popular y culta a audiencias que no hablan español y que carecen de vínculos personales a la región y a la realidad iberoamericana.

Una de las maneras más efectivas de generar demanda para los productos de Iberoamérica es el idioma y por ende las organizaciones que promueven el español en el mundo son claves para la diplomacia cultural. El Instituto Cervantes, creado en España en 1991, promueve el español y la cultura española y en español en 45 países diferentes. El Instituto Cervantes en Viena es uno de los editores de POLEMICS y socio de la Sociedad Hispanohablante de la Academia Diplomática y de la propia Academia Diplomática (desde septiembre de 2021, los estudiantes de la Academia que quieren estudiar español lo pueden hacer en el Instituto Cervantes).

En esta ocasión hemos entrevistado a Ignacio Martínez-Castignani, director del Instituto Cervantes en Viena, para que compartiera con nosotros su punto de vista sobre la diplomacia cultural latinoamericana e iberoamericana y cómo la promoción del idioma contribuye a esta.

¿Por qué el español está sobrepasando al francés y al mandarín como la lengua extranjera preferida por estudiantes (sin contar el inglés)?

A pesar de los grandes y loables esfuerzos de los diferentes Gobiernos de Francia, a pesar de la existencia de la llamada Francofonía, el francés, si bien es lengua oficial en los Organismos internacionales multilaterales, no es la lengua más demandada por los estudiantes en las escuelas de todo el mundo, ha perdido su capacidad de lengua formativa y de divulgación científica, y no es la lengua propia de una cultura de masas. Por decirlo de una forma que permita una rápida comprensión: el mercado mundial de lenguas fijado por el interés de sus usuarios demanda el español y el chino mandarín como lenguas de estudio, por delante del francés, el italiano o el alemán. Las actuales élites políticas se forman en inglés, en español y en chino mandarín.

El chino mandarín por el nacimiento de un nuevo hegemón a escala planetaria, China, que puede compartir esa hegemonía con los Estados Unidos de América o sustituirle en los próximos años; también porque en Asia se encuentra el mayor mercado de exportación e importación del mundo. Es cada vez más una lengua para los negocios.

El español, porque es la lengua oficial en 22 países y la lengua nativa de más de 600 millones de personas; porque empieza a ser una lengua para la cultura de masas, en especial, la musical. Una lengua, además, cada vez más hablada en los Estados Unidos de América, y después del inglés, la lengua más estudiada en todo el mundo, incluso en China. Al final, más allá de idealismos e ideas preconcebidas, más allá de gustos y preferencias personales, hay una lógica, una realidad que se impone también en este ámbito de las lenguas: la lógica de mercado, de la ley de la oferta y la demanda a escala mundial por la utilidad del objeto, la lengua, ofertado y deseado.

¿Qué pueden hacer los países con industrias culturales menos desarrolladas para promover sus culturas globalmente?

Para mí la clave es unir estructuras estables a escala internacional y trabajar en red a nivel global, creando economías de escala para la difusión y distribución de la cultura en español en el mundo. No hay otra solución. Es posible explicar el mundo de otra forma, crear una nueva y novedosa narrativa, relato de lo que ocurre más allá de la actual visión anglosajona; es posible una visión común que tenga como eje la cultura en español. La quintaesencia de esa visión común respetando todas las diversidades que existen, de esa unión para una difusión y distribución global, estructurada y en red tiene un nombre: panhispanismo.

La diplomacia cultural también presenta una oportunidad para la región al exponer sus problemas a nivel global y propiciar el apoyo de otros estados más desarrollados. Si exceptuamos a España, en líneas generales Latinoamérica no es una región estratégicamente importante para Europa como lo son el Medio Oriente o Asia, donde tiene intereses más importantes como las cadenas de valor de petróleo o el poder paulatino de China; la promoción de la cultura es una manera de no caer en el olvido en las agendas de otros estados u organismos internacionales.

Con todas las oportunidades que la diplomacia cultural supone para Latinoamérica y para Iberoamérica, los artistas y promotores de la cultura en español pueden contribuir a cambiar la narrativa mundial sobre la región. Es hora de que el resto del mundo deje de verla solamente como un conjunto de países donde las leyes no son respetadas, donde la corrupción y el narcotráfico dominan el día a día; en cambio, se puede proyectar al mundo como lo que puede ser: una región unida por una historia en común y llena de culturas tan únicas como fascinantes. Iberoamérica puede ser una potencia cultural emergente en el mundo si cree en sus capacidades de influencia cultural en el mundo, si habilita los adecuados recursos económicos compartidos para la divulgación, distribución y presencia internacional de la cultura en español y si actúa de forma unida, consolidando y desarrollando las actuales plataformas estructuradas de forma multilateral.

Written by Daniel Starr Tenorio; Edited by Miriam Gruber & Instituto Cervantes; Photo Credit to Benben Joe, Unsplash